Como parte de su compromiso con la innovación educativa y la formación de vanguardia, nuestra universidad presentó la segunda edición de su Cátedra Universitaria de Inteligencia Artificial Plus (CUIA+), con la conferencia magistral "Potencia tu futuro: Claves para brillar en la era de la IA", impartida por el Dr. José Gustavo Fuentes Cabrera, destacado académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El evento, realizado en el Auditorio "Los Constituyentes", reunió a una nutrida audiencia de estudiantes y académicos interesados en comprender los alcances de esta tecnología transformadora.
El Dr. Fuentes Cabrera, reconocido especialista en el campo de la inteligencia artificial, ofreció un análisis profundo sobre la revolución tecnológica en curso y su impacto en los perfiles profesionales del futuro. Durante su exposición, destacó cómo estas herramientas están redefiniendo diversos sectores productivos y sociales, al tiempo que enfatizó la importancia de desarrollar habilidades complementarias que permitan a los profesionales aprovechar su potencial de manera ética y efectiva. "La inteligencia artificial no sustituirá a los profesionales, pero sí transformará radicalmente la forma en que trabajamos y resolvemos problemas", afirmó el experto.
En representación de la administración universitaria, el Secretario Académico, Dr. Florentino Pérez, subrayó el papel estratégico que juega la UNACH en la formación de capital humano preparado para los desafíos de la Cuarta Revolución Industrial. "Esta cátedra refleja nuestro compromiso con la excelencia académica y el desarrollo de competencias digitales que permitan a nuestros estudiantes destacar en un mercado laboral en constante evolución", señaló durante su intervención.
La conferencia, organizada en el marco del Programa Universitario de Inteligencia Artificial de la UNACH, tuvo como objetivo principal fomentar la investigación y el desarrollo de habilidades tecnológicas entre los estudiantes de diversas disciplinas. Los asistentes tuvieron la oportunidad de interactuar con el experto, resolviendo dudas sobre las aplicaciones prácticas de estas tecnologías en sus respectivas áreas de estudio.
Como parte de las conclusiones del evento, se destacó la importancia de abordar el desarrollo de la inteligencia artificial con una perspectiva multidisciplinaria y sentido ético, considerando tanto sus potencialidades como sus desafíos. La CUIA+ continuará su ciclo de actividades con la participación de especialistas nacionales e internacionales, abordando temas fundamentales como la ética en IA, sus aplicaciones en salud y su contribución al desarrollo sustentable.
Esta iniciativa consolida el liderazgo académico de la UNACH en el sureste mexicano y su compromiso con la transformación digital de la sociedad, formando profesionales capaces de enfrentar los retos del futuro tecnológico con una visión crítica e innovadora.
Texto: Yadira Fontes García
Fotografía: Coordinación de Comunicación UNACH
La inteligencia artificial generativa (IA-G) promete transformar el mercado laboral, pero su impacto en la desigualdad sigue siendo un tema de intenso debate. Mientras algunos investigadores, como el estadounidense Nathan Wilmers del Instituto Tecnológico de Massachuset (MIT), sugieren que podría reducir brechas salariales al potenciar a trabajadores menos calificados, otros, como Daron Acemoglu y Simon Johnson, advierten sobre su potencial para concentrar poder económico y erosionar derechos laborales.
Este artículo analiza dos dimensiones clave de la inteligencia artificial generativa (IA-G): por un lado, los riesgos sistémicos que podrían ampliar la desigualdad, como la polarización laboral, el control algorítmico y la concentración de poder en grandes corporaciones tecnológicas; y por otro, el papel fundamental de los sindicatos como mecanismo de defensa frente a la precarización laboral, mediante la negociación colectiva, la regulación del uso de IA y la protección de derechos en entornos de trabajo cada vez más automatizados.
Acemoglu y Johnson (2023) sostienen que la inteligencia artificial generativa (IA-G) podría replicar el patrón histórico de tecnologías que, en lugar de democratizar beneficios, han exacerbado desigualdades estructurales. A diferencia de la automatización tradicional -que afectaba principalmente tareas rutinarias-, la IA-G amenaza ocupaciones cognitivas (como redacción, diseño o análisis legal), desplazando a trabajadores de clase media y acentuando la polarización laboral entre empleos altamente calificados y mal remunerados. Este fenómeno representa un cambio cualitativo en los impactos del progreso tecnológico sobre el mercado laboral.
Un segundo conjunto de riesgos identificados por los autores incluye el control algorítmico en el ámbito laboral, donde plataformas digitales utilizan IA para monitorear productividad, ajustar salarios dinámicamente e incluso predecir despidos, prácticas que erosionan la negociación individual de los trabajadores. Además, advierten sobre la concentración de poder en las grandes corporaciones tecnológicas (como Google u OpenAI), cuyo dominio de los monopolios de datos podría ampliar significativamente la brecha capital-trabajo, reproduciendo así dinámicas de desigualdad económica observadas en revoluciones tecnológicas anteriores. Estos factores combinados plantean serios desafíos para la equidad distributiva en la era digital.
Wilmers (2024) plantea que, si bien la inteligencia artificial generativa (IA-G) tiene el potencial de mejorar habilidades técnicas, esto no se traduce automáticamente en movilidad social. El autor identifica dos obstáculos fundamentales: por un lado, los sesgos en algoritmos de sistemas de contratación basados en IA, que tienden a replicar discriminaciones históricas, como el menor acceso para mujeres y minorías en sectores tecnológicos, perpetuando así desigualdades estructurales en el mercado laboral.
Por otra parte, Wilmers alerta sobre el fenómeno del credencialismo reforzado, donde las empresas podrían exigir mayores certificaciones para tareas que, paradójicamente, son ahora asistidas por IA. Esta tendencia podría excluir a trabajadores autodidactas y ampliar las barreras de entrada al mercado laboral, generando una paradoja donde la tecnología que promete democratizar el conocimiento termina reforzando jerarquías educativas preexistentes. Estos mecanismos socavan el potencial igualador de la IA-G y cuestionan su impacto real en la equidad laboral.
El Papel de los Sindicatos en la Era de la IA: Entre Oportunidades y Desafíos
Wilmers (2024) destaca el potencial de la inteligencia artificial generativa (IA-G) para revitalizar el sindicalismo, incluso en sectores históricamente no organizados como el tecnológico o los servicios digitales. Este resurgimiento se fundamenta en dos pilares clave: la negociación colectiva de salarios, que previene el ajuste individualizado de remuneraciones basado en métricas de IA -práctica que fragmentaría las escalas salariales-; y la regulación del uso de IA, donde sindicatos como el Communications Workers of America en EE.UU. están logrando incluir cláusulas que limitan el reemplazo humano por algoritmos y exigen transparencia en evaluaciones automatizadas.
No obstante, Acemoglu y Johnson (2023) identifican importantes obstáculos estructurales: la fragmentación laboral provocada por el teletrabajo y la gig economy, que debilita la cohesión organizativa; y la creciente resistencia corporativa, evidenciada en casos como Amazon, que ha destinado recursos millonarios a desarrollar sistemas de vigilancia antisindical para identificar y neutralizar esfuerzos organizativos. Frente a estos desafíos, emergen casos paradigmáticos de éxito: el acuerdo pionero entre Microsoft y AFL-CIO (2024), que establece salvaguardas contra el reemplazo por IA y promueve programas de capacitación conjunta; y las conquistas de sindicatos europeos como IG Metall en Alemania, que logró prohibir el uso de datos de IA en decisiones de despido sin supervisión humana, marcando un precedente en la protección de derechos laborales en la era digital.
La IA-G no es neutral: su impacto en la desigualdad dependerá de quién controle la tecnología y cómo se regule. Mientras Wilmers ve en los sindicatos una fuerza para redistribuir ganancias, Acemoglu y Johnson enfatizan que sin reformas estructurales (ej.: impuestos a robots, propiedad pública de datos), la IA profundizará la concentración de poder.
Como señala Johnson: "La lucha no es contra la máquina, sino contra un sistema que usa la máquina para decidir quién gana y quién pierde" .
Wilmers, N. (2024). Generative AI and Wage Inequality: Evidence from Online Labor Markets. MIT Sloan Working Paper.
MIT Shaping Work. (2024). Can Unions Shape the Future of AI in the Workplace? https://shapingwork.mit.edu
AFL-CIO. (2024). Microsoft and Labor: A New Model for AI and Workers. https://aflcio.org
Texto: Raúl Ríos Trujillo
Imágen: IA
Cada semana, los pasillos de dos primarias y dos jardines de niños en Tuxtla Gutiérrez se llenan de emoción con la llegada de estudiantes universitarios cargados de entusiasmo, materiales didácticos y ganas de compartir su conocimiento. Ellos forman parte del programa “Fortalecimiento integral y del aprendizaje del inglés en escuelas de educación básica”, una Unidad de Vinculación impulsada por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), a través de la Facultad de Lenguas Tuxtla.
El objetivo del programa es claro: fortalecer la educación pública desde un enfoque humano e inclusivo, acercando el aprendizaje del idioma inglés a contextos donde el acceso a este conocimiento es limitado. Más de 60 estudiantes de la Licenciatura en Enseñanza del Inglés participan en esta iniciativa que les permite llevar a la práctica lo aprendido en las aulas, al tiempo que enriquecen la formación de niñas y niños de educación básica.
“Además de compartir lo que sabes, aprendes de los niños y su entorno. El inglés es algo que van a necesitar en su vida”, compartió Sofía Guzmán, estudiante universitaria, feliz de contribuir con su vocación a través de esta experiencia formativa.
Una vez por semana, los universitarios imparten clases dinámicas adaptadas a la edad y capacidades de los grupos. Además, organizan actividades culturales donde los pequeños aprenden sobre la cultura angloparlante mediante juegos, canciones y materiales visuales. Esta interacción ha sido bien recibida por las escuelas. “Es un plus tener inglés. Los niños lo esperan con alegría”, comentó una directora escolar, agradecida por la colaboración con la UNACH.
El componente de inclusión también es fundamental. Desde la planeación didáctica hasta la convivencia en el aula, se consideran las necesidades específicas de cada institución, garantizando que todos los estudiantes tengan acceso a este aprendizaje.
La Unidad de Vinculación cuenta con la coordinación de cuatro docentes universitarios, quienes acompañan a los estudiantes en el diseño pedagógico y evalúan los avances del proyecto, que además funciona como práctica profesional previa al egreso.
La UNACH reafirma así su compromiso con la formación integral de sus estudiantes y el desarrollo social del estado. Proyectos como este no solo acercan el inglés a más niñas y niños, sino que también siembran vocación, empatía y experiencia en quienes se preparan para ser docentes del mañana.
Texto: María del Carmen Nucamendi Estrada
Imágenes: dcs
Este texto propone un análisis crítico de las visiones optimistas sobre la Inteligencia Artificial expuestas por figuras como las del futurólogo Ray Kurzweil, el CEO de Open IA, Sam Altman y otros personajes centrales en el desarrollo actual de la IA, así como de las reflexiones del experto español Pedro Uría Recio, una de las figuras más importantes en el desarrollo de esta tecnología en China y otros países de Asía, la región con mejor desempeño en ámbito. A partir de sus planteamientos, se cuestionan los impactos económicos, sociales y éticos de una tecnología que, más que una herramienta, se erige como un nuevo fundamento civilizatorio.
La humanidad se encuentra frente a una encrucijada histórica. El advenimiento de la inteligencia artificial (IA) marca no sólo una revolución tecnológica, sino una inflexión civilizatoria. Al igual que ocurrió con la invención de la imprenta o la máquina de vapor, el surgimiento de sistemas capaces de aprender, decidir y actuar por cuenta propia redefine los fundamentos económicos, sociales y culturales sobre los que hemos edificado el mundo moderno. Sin embargo, a diferencia de esas revoluciones anteriores, el ritmo vertiginoso con el que la IA se expande, así como su alcance transversal, hace que las apuestas sean más altas que nunca. En esta tensión entre lo prometido y lo temido, entre la utopía y la distopía, se ubican las voces de sus protagonistas.
Ray Kurzweil, tecnólogo y autor del célebre libro La singularidad está cerca, anticipa un horizonte donde la IA nos llevará a superar la escasez, curar enfermedades, expandir la inteligencia humana e incluso, en palabras suyas, “derrotar a la muerte”.
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, comparte esta visión optimista. Su impulso por desarrollar modelos cada vez más potentes parte de la convicción de que la IA puede “democratizar el conocimiento” y resolver problemas históricos de la humanidad, desde la energía limpia hasta la educación universal.
El empresario Elon Musk, cabeza principal de una generación de protagonistas en la innovación y la aplicación de la ciencia en usos prácticos, aunque más ambivalente, ha invertido en IA tanto desde una lógica empresarial (Tesla, Neuralink) como desde un ethos preventivo (creación de OpenAI como contrapeso a la concentración de poder).
Estas figuras, por demás influyentes, dibujan un porvenir marcado por la eficiencia, la expansión del conocimiento y el bienestar global. Pero en su visión hay una narrativa que roza peligrosamente la romantización tecnológica, esa que Pedro Uría Recio, experto en inteligencia artificial y economista, ha criticado con claridad:
“Estamos entregando demasiado poder a quienes prometen acabar con la escasez y alcanzar la inmortalidad. Esa visión utópica no sólo es ingenua; es políticamente peligrosa.”
Pedro Uría parte de una premisa ineludible:
“La economía del futuro dependerá completamente de la IA.”
Este diagnóstico no es una provocación sino una constatación, sustentada en el ritmo acelerado de adopción de modelos inteligentes en sectores como la atención al cliente, la contabilidad, la medicina y la educación.
A corto plazo, sí, se crearán empleos: se necesitarán ingenieros, desarrolladores, especialistas en datos. Pero Uría advierte que este auge será momentáneo. A mediano y largo plazo, los empleos destruidos —particularmente aquellos de baja cualificación— superarán con creces a los creados. El timing del cambio será crucial.
“La gente no tendrá tiempo de reinventarse”, subraya.
Y los más golpeados serán los jóvenes, quienes se enfrentarán a un mercado laboral cada vez más elitizado, técnico y excluyente.
En América Latina, y específicamente en México, este escenario se vuelve alarmante. Con un 55% de la población en condiciones laborales informales (según el INEGI, 2023), y con brechas digitales profundas, la transición hacia una economía dominada por la IA no sólo será difícil; podría resultar violenta.
Frente a este desmoronamiento del trabajo como eje organizador de la vida, algunos han propuesto la Renta Básica Universal (RBU) como una alternativa viable.
La idea es sencilla: si el trabajo desaparece, que al menos haya un ingreso garantizado para todos.
En la teoría, la propuesta busca sostener el consumo, reducir la pobreza estructural y mantener la estabilidad social.
En la práctica, Uría se muestra escéptico.
Tomando el caso español como ejemplo, explica que la implementación de una RBU requeriría una inyección presupuestaria que duplicaría o triplicaría el gasto público actual.
En un país como México, donde el presupuesto federal anual ronda los 9 billones de pesos (2024), y donde los ingresos por impuestos directos aún representan una fracción modesta del PIB, el costo de una RBU sería simplemente inviable.
Supongamos, como ejercicio ilustrativo, que cada ciudadano mexicano recibiera 3,000 pesos mensuales (una suma modesta): el costo anual superaría los 4 billones de pesos, es decir, cerca del 45% del PIB nacional.
Además, Uría plantea un riesgo ético: una sociedad donde el ingreso no provenga del esfuerzo ni del mérito, sino de una dependencia estructural, podría degenerar en una ciudadanía subordinada a los intereses del Estado o de las grandes corporaciones.
La RBU, bajo este enfoque, no sería emancipadora, sino una forma de servidumbre moderna.
Lejos de cerrar la puerta a la innovación social, Uría propone una vía distinta: fomentar la inversión individual en capital productivo desde ahora.
Se trata de un modelo híbrido, inspirado en sistemas asiáticos, donde los trabajadores no dependen exclusivamente del salario, sino que poseen participación en las empresas que producen riqueza.
Para que esto sea posible en contextos latinoamericanos, sería necesario un rediseño del sistema financiero, educativo y fiscal:
James A. Robinson, Nobel de Economía, ha sido una de las voces más críticas respecto al rumbo que podría tomar la IA si se deja en manos de intereses concentrados. Para él, el problema no es la tecnología en sí, sino su gobernanza.
Robinson argumenta que los países con instituciones extractivas utilizarán la IA para consolidar el poder, no para distribuirlo.
Su preocupación empata con la de Uría:
La IA no es neutral. Y si no hay un marco ético y democrático que la regule desde lo humano —no desde lo técnico—, los beneficios quedarán en pocas manos y los costos se socializarán.
La IA no es el enemigo. Pero tampoco es una promesa sin condiciones. No se trata de negarla ni de detenerla, sino de colocarla en el centro de una discusión madura sobre el futuro de nuestra especie.
¿Queremos una sociedad donde el valor humano sea reemplazado por la eficiencia algorítmica? ¿O podemos imaginar una en la que la IA amplifique lo mejor de nosotros sin despojarnos de nuestra dignidad, libertad y creatividad?
Lo que está en juego no es el desarrollo tecnológico, sino el contrato social que queremos sostener.
Y en esa construcción, América Latina no puede seguir reaccionando desde la periferia.
Es momento de diseñar, desde nuestras realidades, una IA para la justicia, no sólo para el progreso.
Referencias:
Kurzweil, R. (2025). La singularidad está más cerca. Deusto.
La Vanguardia. (2025, marzo). Entrevista exclusiva a Ray Kurzweil [Entrevista].
MIT. (2025, marzo). AI Inequality Index. Massachusetts Institute of Technology. https://www.mit.edu
Robinson, J. A. (2025, febrero). Entrevista a James A. Robinson [Entrevista]. Bloomberg Línea.
Uría Recio, P. (2025, marzo). Entrevista a Pedro Uría Recio [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=1YdnwFG4FQg
Uría-Recio, P., & O’Connor, D. S. W. H. (2004). China telecommunications panorama. Telephony World, (marzo).
Texto: Raúl Ríos Trujillo
Imágen: IA