“Nos prestaban butacas del ICACH… porque aún no teníamos muebles propios”, recordó entre sonrisas el ingeniero José María López Sánchez, uno de los seis egresados fundadores que regresaron a su alma mater para celebrar el 60 aniversario de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). Lo dijo sin nostalgia lastimera, sino con la ternura del que ve en el pasado la fuerza que lo empujó a construir.
El Conversatorio de Egresados: Primera Generación de Ingeniería, realizado el 26 de febrero de 2025, fue mucho más que un acto conmemorativo. Fue un espacio íntimo y lleno de dignidad, en el que la historia tomó la palabra y los planos de concreto se tradujeron en relatos de esfuerzo, visión y camaradería.
Allí estaban Jorge Domínguez Córdova, Rogelio Toalá Quintero, Pascual Bernardo Mendoza Escobar, Ramiro Domingo Mendoza Hernández y José Francisco Cano Gutiérrez, compartiendo mesa y memorias con el Dr. Romeo Ballinas Avendaño, exdirector y docente, quien los condujo con respeto y complicidad por los caminos de su juventud universitaria.
“Éramos pocos, pero teníamos una gran responsabilidad. Sabíamos que lo que hacíamos abriría puertas para los que venían después”, dijo Domínguez Córdova, al recordar los primeros trazos de la Escuela de Ingeniería, hoy convertida en una de las facultades más emblemáticas del sureste mexicano.
En la voz de José Francisco Cano resonó también el asombro de saberse pioneros: “Fuimos la primera generación y eso nos marcó para siempre. Aprendimos a resolver con lo poco que teníamos, pero con mucho corazón.”
El Ing. José Alberto Colmenares Guillén, actual encargado de la Dirección, no dejó pasar la oportunidad de reconocerlos: “Ustedes no son solo parte de la historia, son el cimiento de lo que hoy somos. El legado de la primera generación no se limita a las aulas ni a los planos; se encuentra en cada obra, en cada puente, en cada estudiante que sueña con transformar el mundo.”
La Facultad de Ingeniería —la primera en fundarse en Chiapas dentro de un sistema universitario— ha acompañado durante seis décadas los cambios de un estado y de un país. Pero ese día, los reflectores no estuvieron sobre los logros recientes ni sobre la tecnología de punta. Estuvieron sobre las voces pausadas de quienes, sin saberlo, escribieron las primeras líneas de una historia que hoy se sigue construyendo.
Al término del encuentro, los egresados recibieron un reconocimiento simbólico y una invitación abierta: escribir sus anécdotas para un futuro libro de memorias. La comunidad universitaria respondió con aplausos. Nadie salió igual después de escucharlos. Porque honrar el pasado también es una forma de construir el futuro.
Texto: Claudia I. González Farrera
Edición: Gaceta UNACH