El Servicio Social Comunitario en nuestra universidad trasciende el ámbito académico para convertirse en un vínculo transformador entre el conocimiento universitario y las necesidades más urgentes de Chiapas. Su origen se remonta al Proyecto Académico de 1995-1999, liderado por el Maestro Pedro René Bodegas Valera, con el apoyo visionario del Dr. Ángel René Estrada Arévalo, entonces secretario de Extensión Universitaria. Durante esta etapa, se redefinió el servicio social, llevándolo más allá de las aulas para integrarse en las comunidades rurales y productivas del estado. Este modelo fue consolidado en el periodo 2006-2010, cuando Estrada Arévalo asumió el rectorado, transformándolo en un puente efectivo entre la universidad y la sociedad.
A lo largo de los años, esta iniciativa ha sido un pilar fundamental para el desarrollo de proyectos comunitarios que buscan impactar de manera tangible en las comunidades. Inspirado por el lema universitario, “Por la conciencia de la necesidad de servir”, el servicio social brinda a las y los estudiantes la oportunidad de aplicar sus conocimientos mientras enfrentan las realidades de las comunidades chiapanecas. Es en este contexto donde la teoría académica se transforma en acción y compromiso.
Un claro ejemplo de este espíritu es el testimonio de la Dra. Dora Castillejos, de la Facultad de Humanidades, quien recuerda cómo las maestras Elsa Velasco y Lupita Andrade fueron pioneras en coordinar proyectos de servicio social desde las aulas, marcando un hito en la formación de estudiantes comprometidos con el bienestar social. Este enfoque sentó las bases para que las y los futuros profesionales entendieran la importancia de servir a su entorno.
Entre los proyectos emblemáticos se encuentra la enseñanza de inglés a personas con ceguera o baja visión, impulsado por la Facultad de Lenguas desde 2018. Este proyecto, reconocido a nivel nacional, refleja el compromiso de la universidad con la inclusión y la diversidad, demostrando que la educación es una herramienta poderosa para transformar vidas, especialmente en contextos que suelen ser desatendidos.
Otro ejemplo destacado es el trabajo de equipos multidisciplinarios liderados por el maestro Antonio Gutiérrez Martínez, de la Facultad de Ciencias Agronómicas. Estos equipos integraban estudiantes de diferentes áreas para intervenir de manera integral en comunidades rurales, ofreciendo soluciones en salud, educación y agricultura. Esta experiencia no solo enriquecía el aprendizaje de las y los estudiantes, sino que también empoderaba a las comunidades mediante soluciones contextualizadas y sostenibles.
Durante su época más activa, el Servicio Social Comunitario de nuestra universidad se distinguió a nivel nacional e internacional, permitiendo que generaciones de estudiantes impactaran positivamente en las comunidades y en sus propias vidas al descubrir el poder del compromiso social. Sin embargo, la pandemia puso en pausa esta iniciativa, afectando su continuidad y esencia.
Hoy, la universidad se enfrenta al desafío de revitalizar este programa para las nuevas generaciones. Es fundamental que las y los estudiantes comprendan que el servicio social no es simplemente un requisito académico, sino una oportunidad para aprender, contribuir y transformar. Este relanzamiento busca recuperar el impacto que la universidad tuvo en sus mejores años y renovar el espíritu de compromiso que define su misión.
Si aspiramos a transformar la sociedad, debemos cultivar la conciencia de la necesidad de servir. La verdadera educación no se limita a lo que aprendemos, sino a lo que hacemos con ese conocimiento para construir una sociedad más justa, equitativa y humana.
Texto: María del Carmen Nucamendi Estrada Imágenes: Archivo Histórico
En una ceremonia dedicada a destacar la labor social de las y los estudiantes de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), se entregaron los Premios “Carlos Maciel Espinosa” al Servicio Social Universitario. Este galardón reconoce proyectos que tienen un alto impacto en las comunidades de Chiapas, promoviendo acciones que trascienden las aulas y contribuyen al bienestar social.
El evento, realizado el 7 de noviembre de 2024 en la Biblioteca Central Universitaria, otorgó reconocimientos a los tres primeros lugares:
El primer lugar fue para el proyecto Bienestar y Solidaridad Colectiva, liderado por Victorico Adrián Matul González, estudiante de la Licenciatura en Gestión Turística de la Facultad de Contaduría y Administración, Campus I. Su trabajo destacó por su enfoque en el fortalecimiento comunitario y su impacto transformador.
El segundo lugar lo obtuvo María Elena Abarca Medina, de la Licenciatura en Gerontología de la Facultad de Medicina Humana, Campus II, con su proyecto Recuperando memorias: el impacto de la danza y la música con beneficios motrices y cognitivos. Este proyecto promueve la salud integral de personas adultas mayores mediante el arte.
El tercer lugar fue otorgado a Javier Caleb Hernández Trujillo, estudiante de la Licenciatura en Comunicación de la Facultad de Humanidades, Campus VI, por su iniciativa Bordando historias para personas de la tercera edad en Ampliación Terán, Tuxtla Gutiérrez. Este proyecto combinó creatividad y empatía al brindar acompañamiento emocional y social a adultos mayores.
En el evento también se reconoció a docentes que han destacado por implementar el servicio social en comunidades rurales y urbanas vulnerables. Se rindió homenaje a quienes han recibido distinciones nacionales por su labor en vinculación y responsabilidad social universitaria, así como a los ganadores de ediciones anteriores de los premios.
Los proyectos premiados no solo abordan problemáticas relacionadas con educación, salud y medio ambiente, sino que también son evaluados con base en su impacto social, pertinencia académica y calidad en la ejecución. Este reconocimiento busca motivar a más estudiantes a participar activamente en el desarrollo de sus comunidades.
La entrega de estos premios reafirma el compromiso de la UNACH con la formación de ciudadanas y ciudadanos responsables, capaces de aplicar sus conocimientos en beneficio de su entorno. A través de estas iniciativas, las y los estudiantes no solo transforman vidas, sino que también descubren el poder del servicio como herramienta de cambio social.
Texto:María del Carmen Nucamendi Estrada. Imágenes: DCS UNACH
La conferencia magistral del Profesor Duncan Haldane, "El entrelazamiento es la propiedad clave de la mecánica cuántica", ofrece una fascinante visión del presente y el futuro de la física cuántica. Haldane, ganador del Premio Nobel de Física en 2016, traza un paralelismo con el electromagnetismo, cuyas leyes, descubiertas en 1864, tardaron en ser plenamente comprendidas y aplicadas a nuevas tecnologías. De manera similar, la mecánica cuántica, cuyas leyes fundamentales se establecieron hace un siglo, está experimentando una "segunda revolución", impulsada por la teoría de la información cuántica y los avances en el control preciso de los estados cuánticos.
El entrelazamiento, una vez considerado un problema filosófico, es ahora reconocido como el corazón de la mecánica cuántica y la computación cuántica. Einstein, a pesar de sus contribuciones a la física cuántica, se mostró escéptico sobre el entrelazamiento, calificándolo de "acción fantasmal a distancia". Sin embargo, experimentos modernos han confirmado la validez de la mecánica cuántica y la realidad del entrelazamiento, incluso a grandes distancias.
El entrelazamiento permite la creación de pares de qubits máximamente entrelazados, que pueden existir en superposiciones de estados y procesar más información que los bits clásicos. Esta capacidad de procesamiento paralelo es lo que hace que las computadoras cuánticas sean potencialmente mucho más poderosas que las computadoras clásicas. Sin embargo, los qubits son frágiles y sensibles a su entorno. Aquí es donde entran en juego los qubits topológicamente protegidos, que son menos susceptibles a errores debido a las propiedades topológicas de los materiales que los componen.
La materia topológica se caracteriza por tener propiedades robustas frente a perturbaciones locales. Por ejemplo, los aislantes topológicos conducen la electricidad en su superficie pero permanecen aislantes en su interior. Esta robustez es la razón por la que los investigadores están interesados en utilizar materiales topológicos para la computación cuántica, ya que podrían proporcionar qubits más estables y menos propensos a errores causados por el ruido ambiental.
Los qubits topológicamente protegidos, aunque todavía en fase experimental, ofrecen la esperanza de superar uno de los mayores desafíos de la computación cuántica: la decoherencia. La decoherencia se produce cuando un sistema cuántico interactúa con su entorno, haciendo que los qubits pierdan su información cuántica. Los qubits topológicos, por su naturaleza, son más resistentes a este efecto, lo que los convierte en candidatos ideales para el almacenamiento de información cuántica a largo plazo.
Haldane subraya la resistencia que a menudo enfrentan las ideas que desafían el status quo. Él mismo experimentó esta resistencia al proponer nuevas ideas, pero la validación experimental y teórica de sus descubrimientos demostró su validez. Este proceso de desafío y validación es esencial para el avance científico.
La conferencia de Haldane en la UNACH ofreció una visión inspiradora de las posibilidades en plena segunda revolución cuántica. El entrelazamiento, una vez un enigma, es ahora la base de la información y una clave para desvelar los misterios del universo. Su investigación y aplicación en materia topológica y computación cuántica no sólo promete revolucionar la tecnología, sino también nuestra comprensión de la realidad misma.
Texto: Redacción Gaceta Imágenes: Claudia Farrera
La educación superior en México: al nivel de los países europeos, asegura Miguel Alcubierre
En el marco de la Semana de Divulgación de la Ciencia organizada por nuestra universidad, tuvimos el honor de entrevistar al Dr. Miguel Alcubierre, reconocido científico mexicano y divulgador de la ciencia a nivel mundial. Famoso por su propuesta teórica del motor de curvatura, que permitiría a una nave viajar más rápido que la luz, el Dr. Alcubierre ha dedicado su vida al estudio del universo, explorando los misterios de las ondas gravitacionales y los agujeros negros. Durante su visita a Chiapas, conversamos con él sobre sus investigaciones, sus visiones para el futuro de la ciencia, y sus recomendaciones para los jóvenes interesados en la investigación científica.
P.- ¿Qué nos aporta el estudio de las ondas gravitacionales que nos llegan del espacio profundo?
R.- Nos brindan información crucial sobre los agujeros negros: cómo se distribuyen, cuántos existen y cómo han evolucionado. Las señales de ondas gravitacionales que detectamos nos ayudan a entender la historia de los agujeros negros y también de las estrellas de neutrones. Cuando dos estrellas de neutrones colisionan, las ondas gravitacionales resultantes nos pueden revelar detalles sobre su estructura interna, similar a lo que hacemos con partículas en aceleradores. No podemos realizar estos experimentos en laboratorio, pero al observar estas colisiones en el espacio, podemos deducir aspectos fundamentales de su composición.
P.- ¿Qué esperas del futuro cercano con los últimos descubrimientos y los nuevos proyectos en marcha?
R.- Los proyectos futuros, como el observatorio LISA en el espacio y el telescopio de Einstein en tierra, que será mucho más grande que los actuales, nos permitirán detectar colisiones de agujeros negros supermasivos, como los que se encuentran en el centro de las galaxias. Además, una de las grandes expectativas es detectar ondas gravitacionales provenientes del Big Bang. Estas ondas serían rastros directos de la Gran Explosión, algo que las ondas electromagnéticas no pueden darnos. Detectarlas nos permitiría comprender lo que ocurrió en los primeros instantes del universo, una pieza clave para entender su origen.
P.- ¿Cómo ves el impacto de los avances en comunicación en la divulgación científica? ¿Crees que facilitan el interés de los jóvenes en la ciencia?
R.- Definitivamente. Hoy en día, la comunicación nos permite acceder a la ciencia como nunca antes. La gente puede enterarse de los últimos descubrimientos casi en tiempo real, algo impensable hace unas décadas. Además, internet y las redes sociales han democratizado la información; ya no dependemos de los medios tradicionales. Esto ha permitido que más personas, especialmente jóvenes, se interesen en la ciencia. Sabemos más sobre el universo ahora que nunca, y aunque nos surgen nuevas preguntas, estamos en una época de grandes descubrimientos.
P.- Respecto a tu trabajo sobre el motor de curvatura, ¿crees que estamos cerca de su creación?
R.- La realidad es que es extremadamente complicado, y uno de los mayores desafíos es la necesidad de energía negativa, algo que, hasta donde sabemos, no existe. Aunque la energía negativa no está prohibida en teoría, aún no tenemos ninguna evidencia de su existencia. Incluso si la descubriéramos, las cantidades necesarias serían gigantescas, lo cual hace que su implementación sea muy improbable en el corto plazo. Si alguna vez logramos algo así, estaríamos hablando de siglos de distancia.
P.- ¿Qué mensaje le darías a los jóvenes interesados en la ciencia?
R.- Les diría que, si sienten pasión por la ciencia, no duden en estudiar una carrera científica. En México necesitamos más científicos. He escuchado a gente decir que los científicos no tienen oportunidades, pero eso no es cierto. Si eres bueno en lo que haces, siempre encontrarás la manera de contribuir y desarrollarse. Hay muchas preguntas aún sin respuesta, y el país necesita jóvenes con curiosidad y compromiso. Aprovechen los recursos que tienen a su alcance y no se rindan; el universo está lleno de misterios por resolver.
Texto: Raúl Ríos Trujillo Imágenes: UNACH.mx
En el marco de la Feria Internacional del Libro UNACH 2024, la investigadora Rebeca Garzón Clemente presentó su obra "El arte de investigar en internet. Alfabetización", un recurso invaluable para académicos y estudiantes que buscan dominar las herramientas digitales en su quehacer investigativo.
Durante la presentación, realizada en el auditorio de la Facultad de Arquitectura, Garzón Clemente destacó la importancia de desarrollar habilidades sólidas en la búsqueda y evaluación de información en la era digital.
Su libro, perteneciente a la "Colección Oro. Medio Siglo de la UNACH", ofrece una guía práctica y actualizada para navegar por el vasto universo de la información en línea de manera eficiente y ética.
"El arte de investigar en internet" aborda temas clave como: Formulación de preguntas de investigación: Cómo definir y delimitar un tema de investigación de manera efectiva; Búsqueda de información relevante: Estrategias para encontrar fuentes confiables y pertinentes en la web; Evaluación crítica de fuentes: Cómo distinguir entre información veraz y falsa; Gestión de la información: Herramientas y técnicas para organizar y almacenar datos; Redacción académica: Cómo elaborar textos claros, concisos y bien estructurados; Ética en la investigación: Principios fundamentales para garantizar la integridad académica.
Además, la autora enfatiza el papel de las tecnologías emergentes y la inteligencia artificial en la investigación contemporánea, proporcionando ejemplos prácticos y consejos para aprovechar al máximo estas herramientas.
"El arte de investigar en internet" es una obra indispensable para investigadores en formación y consolidados, así como para estudiantes de posgrado y profesionales interesados en mejorar sus competencias digitales.
La presentación de este texto estuvo a cargo de Nancy Leticia Hernández Reyes y la moderación fue realizada por Dolores Guadalupe Sosa Zúñiga.
Texto e imágenes: Yadira Fontes García
La Carrera UNACH por el 50 aniversario de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) fue un evento que no solo celebró las cinco décadas de historia de la institución, sino que también buscó reforzar el sentido de identidad entre estudiantes, exalumnos y toda la comunidad universitaria.
Desde tempranas horas, el ambiente festivo se sentía en el Campus I de Tuxtla Gutiérrez, donde más de 3 mil participantes se reunieron para correr en circuitos de 3, 5 y 10 kilómetros, así como 5km en silla de ruedas. La energía de los asistentes se transmitió a través de aplausos, evidenciando el orgullo de pertenecer a una institución que ha dejado huella en el estado.
En la carrera participaron estudiantes, docentes y personal administrativo que, motivados por el amor a su alma mater, corrieron como un solo equipo. Además, la diversidad en edades y procedencias de los participantes resaltó el compromiso de la UNACH por crear una comunidad inclusiva y unida, que valora tanto los logros académicos como el bienestar social de sus integrantes. Este evento demostró que ser parte de la UNACH significa ser parte de una gran familia que ha crecido y evolucionado durante 50 años.
Además de los premios y medallas conmemorativas entregadas a los ganadores, se vivieron momentos emotivos cuando los corredores llegaron a la meta y fueron recibidos con entusiasmo. A cada paso, los participantes fortalecieron un vínculo con la universidad que va más allá de las aulas: un sentimiento de pertenencia a una institución que les ha brindado herramientas para su desarrollo personal y profesional. Las metas alcanzadas en la carrera simbolizaron, de alguna manera, los retos y logros que muchos han experimentado a lo largo de sus estudios.
La carrera fue un reflejo del espíritu deportivo de la comunidad unachense, buscando nuevamente la identidad que comparten sus miembros con su alma mater. Este tipo de actividades promueven el sentido de responsabilidad social y compromiso con la universidad, algo que el Comité Organizador espera seguir fomentando con más actividades en honor al aniversario. La carrera UNACH 2024 no solo es una fiesta deportiva, sino también un recordatorio de la importancia de la unión y de la lealtad hacia una institución que ha sido un pilar en la formación de miles de chiapanecos
Texto: María del Carmen Nucamendi Estrada Imágenes: SIRESU
En el marco de los 50 años de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), y como parte de la 11ª Feria Internacional del Libro UNACH 2024, se llevó a cabo la presentación de la “Colección Oro: Medio Siglo de la UNACH”, un proyecto editorial que reúne 33 obras de autoría académica y de investigación, respaldadas por el sello editorial UNACH y coeditadas con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). La presentación tuvo lugar en la Sala Diálogos del Foro, en el Centro de Convenciones Universitario "Dr. Manuel Velasco Suárez".
Este importante evento contó con la presencia de destacadas autoridades universitarias, como el rector Carlos Faustino Natarén Nandayapa, la directora General de Investigación y Posgrado, María Guadalupe Rodríguez Galván, y el integrante del Comité Ejecutivo del 50 Aniversario e investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), Omar David Jiménez Ojeda. La moderación del evento estuvo a cargo de la secretaria General, María Eugenia Culebro Mandujano.
El rector Natarén destacó que la “Colección Oro” es un esfuerzo colectivo que busca visibilizar el trabajo académico de las y los investigadores de la UNACH, quienes aspiran a formar parte del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT). Resaltó que estas obras no solo apoyan la trayectoria académica de quienes las publican, sino que también permiten difundir el conocimiento generado en la universidad, ampliando su impacto hacia un mayor público.
Por su parte, Rodríguez Galván subrayó la importancia del proceso de dictaminación a doble ciego que se utilizó para garantizar la calidad de los textos publicados. Además, agradeció la respuesta entusiasta de las y los autores que hicieron posible la realización de esta colección, la cual refleja el compromiso de la comunidad universitaria con la excelencia académica y la investigación.
Omar David Jiménez Ojeda, quien también participó en la presentación, señaló que la obra es un testimonio del trabajo de 14 mujeres y 19 hombres dedicados a la enseñanza y la investigación, cuya producción académica contribuirá al debate y la reflexión sobre problemáticas sociales contemporáneas. Asimismo, enfatizó que la “Colección Oro” está destinada a ser una referencia bibliográfica de nivel nacional, fortaleciendo los recursos teóricos y metodológicos de la UNACH.
La presentación de esta colección se enmarca en los festejos del 50 aniversario de la UNACH, consolidando así el compromiso de la universidad con la producción de conocimiento y su difusión, tanto dentro como fuera de la comunidad académica.
Texto: Redacción Gaceta / Imágenes: UNACH
Como parte de las actividades académicas de la FilUNACH 2024, el pasado 17 de octubre, el Dr. Álvaro Medina Ferro, de la Fundación Universitaria Juan N. Corpas de Colombia, presentó la conferencia Zona Sana II. Este proyecto representa un compromiso profundo con el bienestar integral, enfocándose no solo en la salud física, sino también en los aspectos mentales y espirituales que conforman a la persona.
La conferencia se centró en los principios de su libro Zona Sana, cuyo origen proviene de la observación cercana del estado de salud de estudiantes, profesores y sus círculos cercanos, quienes padecían sobrepeso, fatiga y estrés. Inspirado por esta realidad, Medina decidió crear una solución educativa accesible, que utilizara la actividad física y la educación en salud como herramientas principales para mejorar la calidad de vida.
El enfoque de Zona Sana entiende al ser humano como un ente completo: biológico, psicológico, social y espiritual. Para Medina, la salud física no puede ser tratada de forma aislada del bienestar mental. Ambos están profundamente conectados, y su cuidado conjunto es indispensable para el desarrollo personal y el mejoramiento de la calidad de vida.
El libro propone estrategias prácticas, como el fomento de hábitos alimenticios saludables y la integración del ejercicio físico regular en la vida diaria, presentados en un lenguaje claro y sencillo. Esta accesibilidad permite a cualquier lector, sin necesidad de conocimientos previos, comprender su cuerpo y tomar decisiones informadas sobre su bienestar. Además, Medina subraya la importancia de empoderar a los lectores, dándoles las herramientas necesarias para asumir el control de su salud física, emocional y social, promoviendo relaciones interpersonales más saludables y una mayor conexión con su entorno.
Lo más destacable de Zona Sana es su capacidad para simplificar conceptos complejos, haciéndolos aplicables a la vida cotidiana. En una época donde el estrés y el ritmo acelerado de la vida nos desconectan de nuestra salud, el Dr. Medina nos ofrece una guía valiosa para reconectar con nuestro bienestar integral.
Este enfoque resuena con la misión educativa de la Fundación Universitaria Juan N. Corpas, que busca formar individuos completos, capaces de vivir en armonía con ellos mismos y con su entorno. El equilibrio entre cuerpo y mente que propone el libro es, sin duda, una herramienta poderosa para enfrentar los crecientes desafíos de la salud mental y física en la actualidad. Recordemos que nuestras acciones diarias, desde lo que comemos hasta cómo nos movemos, impactan profundamente no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente y nuestras relaciones.
Zona Sana es una obra que trasciende lo académico y se convierte en una guía accesible para médicos, estudiantes y la comunidad en general, promoviendo una mayor alfabetización en temas de salud y el empoderamiento personal para mejorar nuestro bienestar integral.
Texto e imágenes: María del Carmen Nucamendi Estrada
La educación, al igual que muchos aspectos de nuestras vidas, está atravesando una transformación profunda. En la 11a Feria Internacional del Libro UNACH 2024, tuvimos la fortuna de escuchar al especialista colombiano Dr. José Arlés Gómez, quien nos ofreció una conferencia inspiradora sobre lo que podría ser el futuro de la enseñanza: la neuroeducación. Bajo el título “Neuroeducación: retos y desafíos para la educación del siglo XXI”, el Dr. Gómez nos presentó una perspectiva que podría revolucionar la forma en que enseñamos y, sobre todo, cómo aprenden los estudiantes.
La neuroeducación, tal como la explica el Arlés Gómez, se basa en algo que, cuando lo escuchamos, parece muy simple, si comprendemos cómo funciona el cerebro humano, podemos enseñar mejor. Y es que el aprendizaje no solo es un proceso mental, sino también emocional. La motivación, las emociones y el entorno juegan un papel fundamental en cómo aprendemos, algo que muchas veces olvidamos al centrarnos solo en los contenidos.
Uno de los mayores retos que enfrenta este enfoque, según el Dr. Gómez, es cómo llevar estos principios a las aulas. Nuestra educación ha sido lineal de manera tradicional, es decir, enfocada en el maestro y en cómo transmite el conocimiento. Ahora, la neurociencia nos indica que debemos cambiar esa perspectiva y centrarnos más en el estudiante y su proceso de aprendizaje. Y aquí es donde radica la transformación, no solo se trata de que los alumnos adquieran información, sino de que sus vidas cambien, de que lo que aprenden realmente les sirva y les haga crecer como personas.
El Dr. Gómez no solo nos habló de desafíos, también hizo un llamado a la acción para que los docentes se atrevan a cambiar. Los invitó a capacitarse, a explorar los beneficios de la neurociencia y a dejar de lado los métodos tradicionales que, si bien funcionaron en su momento, ya no responden a las necesidades de los estudiantes actuales. Hoy vivimos en un mundo lleno de tecnología, inteligencia artificial y comunicación constante, y ahora la pedagogía debe ser capaz de adaptarse a esta realidad.
Sin embargo, el Dr. Gómez también advirtió que no se debe caer en el error de aplicar todas las teorías neurológicas sin discernir. Por eso nos exhorta a ser críticos y a elegir cuidadosamente qué enfoques realmente mejorarán los resultados de los estudiantes. Al final del día, los docentes, no solo son transmisores de conocimientos, son facilitadores de experiencias transformadoras. Y esto implica una gran responsabilidad.
En este mundo que cambia a una gran velocidad, la neuroeducación brinda una herramienta poderosa para estar a la altura de las circunstancias. No solo se deben enseñar contenidos, sino también ayudar a los estudiantes a desarrollar sus capacidades emocionales y sociales. Porque, como bien señaló el Dr. Gómez durante su conferencia, “la enseñanza no es simplemente el acto de impartir conocimientos, es el acto de transformar vidas”.
Así pues, esta era moderna presenta el reto de cambiar y de adaptarse, para aprovechar lo que la neurociencia ofrece, de lo contrario nos quedaremos estancados en los métodos del pasado. El futuro de la educación está en las manos de los educadores, y la neuroeducación es ese puente que llevará hacia una enseñanza más efectiva, más humana y, sobre todo, más transformadora.
NOTA: MARIA DEL CARMEN NUCAMENDI FOTO: BERSAÍN HERNÁNDEZ
“Universidad y Salud Pública en las Américas”.
Armando Ulloa García1; Ángel René Estrada Arevalo2; Celso Ramos García3.
1Facultad de Ciencias Químicas*, Universidad Autónoma de Chiapas. Tapachula, Chiapas, México.
2Escuela Sistemas Alimentarios. Universidad Autónoma de Chiapas. Tapachula, Chiapas, México.
3Instituto Nacional de Salud Pública Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas, Cuernavaca, Morelos, México.
*autor de correspondencia
Resumen.
En este manuscrito, el lector encontrará una detallada evolución de la Salud Pública en los países de América, particularmente en las Instituciones de Educación Superior (IES). Así mismo, se describe la creación de las Unidades de Formación de Profesionales de la salud pública, en varios países, empero, también se hace referencia a la participación de las instituciones que ofrecen servicios de salud individual y colectiva en la región.
Con el afán de caracterizar la evolución de la formación de profesionales de la salud pública en la región, seguirá sin duda, un empeño similar en la investigación y extensión. En el manuscrito, los autores abordan someramente estas dos funciones al describir la creación del Instituto Nacional de Salud Pública en México y al referirse a la creación de la escuela de Higiene y Salud Pública en el estado de Sao Paulo, Brasil. Un elemento que quizá ayude a la profundización de la descripción de la evolución de la salud pública en la formación de profesionales, la investigación y la extensión, será caracterizar los marcos de referencia sociales y políticos en que se crearon estas instituciones de salud pública en la región.
La llegada del siglo XXI, sin duda alguna ofrece una oportunidad para esclarecer la interrelación entre grupos de actores sociales: las Universidades, el sector salud, y la salud de la población. América Latina se enfrenta a un complejo estado de salud de la población caracterizado por enfermedades reemergentes y emergentes a lo que se puede caracterizar como rezago sanitario, si se agregan, los importantes núcleos de población sin acceso a servicios de salud, con oportunidad, seguridad y calidad.
Los autores, sin expresarlo, nos plantean la siguiente pregunta ¿Qué hacer en el marco de las IES y de las instituciones públicas responsables de ofrecer servicios individuales y colectivos de salud para contribuir a dar respuesta a la compleja situación de salud de América?
La Universidad y la Salud Pública en las Américas.
Existen antecedentes, que sugieren que los inicios de la Salud Pública en las Américas, tiene una clara vinculación con Universidades Públicas, ya que dentro de estos espacios académicos se formularon programas de capacitación tales como cursos básicos, diplomados y posgrados. Seguido de la creación de escuelas e institutos, como la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore, en 1916, seguida de la Facultad de Medicina y Cirugía de Sao Paulo, la cual en el año de 1924 fue reconocida oficialmente por el gobierno de Brasil como Instituto de Higiene, y en 1931 como Escuela de Higiene y Salud Pública del Estado de Sáo Paulo, todas estas bajo la asistencia financiera de la Fundación Rockefeller.
En América del Norte, particularmente en México, en enero de 1922 se aprobó la fundación de la Escuela de Salubridad, dentro del denominado “proyecto nacionalista” encabezado por el titular de la Secretaría de Educación Pública, José Vasconcelos. Al final de esa década se le denominó Escuela de Salubridad e Higiene y se instaló en el edificio sede del recién creado Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales (ISET), construido en la calle de Carpio, en el número 470.38. Allí se fundaron laboratorios y una biblioteca, y se imprimieron algunas lecciones de los profesores como textos de consulta.
Cinco años antes de la fundación del INSP, en 1982, el doctor Guillermo Soberón fue designado como secretario de Salubridad y Asistencia. En el año de 1983, como parte de la llamada Reforma Sanitaria de segunda generación, se estableció la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud como un subsector de la Secretaría de Salud, agrupando a los Institutos Nacionales de Salud (INSALUD) de ese momento como los responsables de la investigación. especializada en problemas relevantes de la salud del país. En enero de 1987, se crea el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), resultado de la fusión de tres instituciones ya existentes, entre las que destacan: la Escuela de Salud Pública de México, el Centro de Investigación en Salud Pública; y el Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas.
En el caso de Cuba, cuenta con una amplia trayectoria en Salud Pública, vinculada con las contribuciones de Carlos Finlay que esclarecieron la epidemiología de la fiebre amarilla a fines del siglo pasado. El Instituto que lleva su nombre fue fundado en 1927, con el propósito de ofrecer cursos para preparar médicos en salud pública, enfermeros especializados y oficiales de salud. Sólo después del triunfo de la revolución en 1959, la rápida expansión de los servicios de salud exigió el adiestramiento masivo de personal a todos los niveles y entre 1959 y 1967 el Ministerio de Salud, con la colaboración de la Escuela Sanitaria.
En Puerto Rico, la Escuela de Medicina Tropical fue creada por la Asamblea Legislativa de este país, en junio de 1924, con la influencia del Dr. Bailey K. Ashford, médico militar norteamericano que descubrió a comienzos del siglo pasado el Necator americanus, agente etiológico de la anquilostomiasis. En 1955 la escuela ofertó el curso de Maestría en Salud Pública, hasta convertirse en un departamento de medicina preventiva, dentro del recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, con todas las características funcionales de una escuela de salud pública.
En la República de Chile, la creación de la Escuela de Salubridad fue el fruto de la asociación de la Universidad de Chile, el Servicio Nacional de Salubridad, el Instituto Bacteriológico y la Fundación Rockefeller en 1945. Con su creación se deseaba “dar a conocer los fundamentos científicos de la práctica sanitaria, estudiar los problemas nacionales relacionados con la prevención de enfermedades y el fomento de la salud”. En el mismo año, como parte de un movimiento de reforma universitaria, desapareció el concepto de "Escuela de Salubridad" para dar paso a una concepción integral bajo la denominación de "Departamento de Salud Pública y Medicina Social", dependiente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
En lo que corresponde a Venezuela en 1911, la Oficina de Sanidad Nacional y la Primera Ley de Sanidad Nacional, decretaron la ayuda por parte de la Fundación Rockeffeler, para combatir la Fiebre Amarilla, lo que junto a la lucha antimalárica representó un incremento en la esperanza de vida de las personas. Seguido a este evento, en 1936 se creó el Ministerio de Sanidad y asistencia. El surgimiento de esta organización sanitaria con médicos becados por el gobierno norteamericano se produce el controlar diversas epidemias, fundamentalmente Tuberculosis y Malaria. De ahí, se crea la Escuela de Malariología y de Higiene en 1937 y la fundación de las escuelas de Enfermería y Servicio Social en 1940, mientras que la Escuela de Salud Pública, en diciembre de 1958.
En los años 30´, Perú contaba con el Instituto de Medicina Social, la Facultad de Ciencias Médicas de Lima y la Escuela de Médicos Sanitarios. Con estas dos instituciones en 1937, el Gobierno promulgó la Ley 8493, bajo la cual se declara carrera pública a la función técnica sanitaria desempeñada por profesionales de la medicina e ingeniería sanitaria, siendo esta Escuela el centro superior para la preparación especializada de los futuros médicos sanitarios.
En Argentina, la Universidad Nacional del Litoral conformó en 1947 una escuela de salud pública con profesorado de tiempo completo, ubicada en Santa Fe, hasta 1952 cuando se trasladó a la Ciudad de Rosario. La experiencia recogida y el impacto a través de sus egresados llevaron a la fundación de las dos escuelas que se establecieron en la Buenos Aires, una dependiente de la Universidad y la otra del Ministerio de Salud Pública. Ambas coexistieron en un clima de dificultades e incluso de cierta rivalidad hasta 1962 cuando se fusionaron bajo la dependencia de la Universidad de Buenos Aires y en estrecha colaboración con la Secretaría de Estado de Salud Pública.
De lo anterior se narra que en las décadas del 50 y 60 se establecieron, en forma regular, las Escuelas de La Habana, San Juan de Puerto Rico, Caracas, Medellín, Lima, Buenos Aires y Río de Janeiro. Cuatro de estas escuelas han adquirido carácter internacional por la admisión de alumnos extranjeros: Sao Paulo, Río de Janeiro, Santiago y San Juan de Puerto Rico, las cuales, en conjunto, adiestraron en el quinquenio 1964-68, 90% de un total de 696 estudiantes procedentes de otros países, en su mayoría becarios de la OPS. Las escuelas de creación más reciente (Buenos Aires, Caracas, Lima y Medellín) también comenzaron a recibir alumnos extranjeros en proporción creciente. Es difícil medir el impacto que estas escuelas han producido en el pensamiento y la acción de las autoridades de salud de América Latina. En 1968, mientras en Latinoamérica se graduaron 1.579 estudiantes de las diversas categorías en un conjunto de nueve escuelas (excluido Puerto Rico), 17 escuelas de los Estados Unidos y Canadá graduaron 44 estudiantes. Las cifras demuestran elocuentemente el desplazamiento masivo de estudiantes latinoamericanos a las escuelas de su propio medio y la grave responsabilidad que recae sobre ellas en cuanto a la formación de personal de salud para el continente. Más aún si se considera que de los 44 graduados en Estados Unidos y Canadá, 25 son de Puerto Rico, escuela donde se imparte enseñanza en español y la cual por su naturaleza y cultura encuadra dentro de las escuelas latinoamericanas.
Las Universidades y el Fortalecimiento de la Salud Pública.
En las Universidades, una de sus normativas es el Modelo Educativo, en el que formulan las principales funciones sustantivas, entre las que se destacan la Docencia, Investigación y Extensión. En cuanto a la docencia: En la práctica, los espacios en la que se ofertaron programas de pregrado y posgrado en Ciencias de la Salud, tuvieron un rol muy importante en la formación y capacitación de recursos humanos en áreas de la epidemiología, administración de salud, atención primaria de la salud, promoción de la salud y otras áreas que se puedan insertar en la mejora de la salud de las comunidades, con un enfoque de responsabilidad social universitaria.
En cuanto a la función de la Investigación. La formación de Redes de Investigación en Políticas y Sistemas de Salud interinstitucional, nacionales e internacionales, fueron pilares de la investigación. Estas redes jugaron un papel importante en la gestión del conocimiento en la Salud Pública, un ejemplo de ello es el modelo de la red colombiana de investigación. Mientras que en la función de Extensión. Se resalta el papel de la extensión Universitaria como una importante función social y un proceso formativo integrador de los vínculos Universidad-Sociedad; o sea, entre las diversas formas de la cultura universitaria y su entorno comunitario, regional, nacional e internacional. Su desarrollo continuo, es vital en la formación de una sociedad preparada para asimilar los diferentes escenarios y vivir a la altura de su época, contribuyendo a transformarla, por lo que la misma tiene desafíos muy importantes en la contemporaneidad.
Para el logro de lo antes expuesto, es necesario que las universidades tengan acceso a tecnologías de vanguardia, que incluyan laboratorios, equipos médicos, y sistemas de información que son fundamentales para el monitoreo, la gestión, el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.
Retos futuros de las Universidades y la Salud Pública.
Las enfermedades infecciosas desatendidas, crónicas degenerativas, enfermedades zoonóticas (gripe aviar H5N1), y síndrome respiratorio agudo grave (SAR-COVID19, son algunos ejemplos de enfermedades emergentes y reemergentes, que se han presentado en forma epidémica y/o pandémicas. Ante este escenario, es importante que las universidades deben de estar preparadas para responder a las emergencias sanitarias, conjuntamente con el Sistema de Salud Regional o Federal. Así, mismo deben promover la equidad y acceso a la Salud de la comunidad, a través de programas de atención y promoción de la salud. Por otra parte, es necesario incorporar recursos humanos para atender eficazmente los problemas de salud. Finalmente, es importante que las universidades signen convenios para fortalecer los programas de desarrollo científico, promoción de actividades de formación, educación continua, actualización profesional y estudios de posgrado.
Es importante resaltar que, en Latinoamérica, a partir de la década de los 80, según datos de la OPS, se produjo un deterioro creciente de la práctica médica hegemónica en pertinencia social y calidad técnica, sobre todo en el sector público, como muestra fehaciente la falta de inequidad en la atención médica.
En resumen, las Universidades deben estar preparadas para enfrentar estos retos futuros mediante la innovación, la colaboración interdisciplinaria, el uso de tecnología avanzada, el enfoque en la equidad y la sostenibilidad, y el fortalecimiento de la educación y la investigación en Salud Pública.
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