La carrera Ocelote con Causa en primera persona
El despertador sonó a las cinco de la mañana. No fui la única. Al mismo tiempo, en distintos rincones de Tuxtla Gutiérrez y más allá, cientos de familias, estudiantes, egresados, trabajadores y directivos de la Benemérita Universidad Autónoma de Chiapas se preparaban para lo que sería un día histórico, la primera Carrera Ocelote.
El punto de encuentro fue el Centro de Convenciones Manuel Velasco Suárez y en la parada del libro, donde la cita estaba marcada a las seis de la mañana para arrancar media hora después. Sin embargo, la lluvia y las recomendaciones de las autoridades viales obligaron a retrasar la salida. Fue hasta las siete cuando finalmente, bajo un cielo aún nublado, más de mil quinientos corredores comenzaron a moverse al ritmo de su propia emoción.
La carrera se convirtió en un desfile de identidades. Estuvieron los que corrieron los 10 kilómetros con disciplina, los que nos animamos con los 5 kilómetros y quienes prefirieron caminar, pero no quedarse fuera y, por supuesto, las y los niños que recorrieron con entusiasmo un kilómetro y medio en la categoría infantil. También hubo espacio para estudiantes, trabajadores, egresados y directivos, todos bajo las mismas camisetas que, más allá de distinguir categorías, simbolizaban pertenencia.
Yo misma corrí al lado de mi esposo y mi hijo. El madrugón, la lluvia y el cansancio se hicieron pequeños frente a la emoción de sentirnos parte de una comunidad que, en cada paso, gritaba identidad universitaria. La meta no fue solo el arco final del recorrido, fue la certeza de que la UNACH sabe hacer fiesta con su gente, en vísperas de un nuevo ciclo escolar.
Cuando los últimos corredores cruzaron la meta, lo que quedaba era una celebración compartida. No importaba el tiempo, la posición o la distancia. Lo que importaba era ser Ocelote, convivir, reconocerse en los otros y dejar claro que esta primera carrera no fue solo un evento deportivo, sino una semilla para nuevas tradiciones universitarias.
Texto: María del Carmen Nucamedi Estrada.
Imágenes: SIRESU