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El Servicio Social Comunitario: Un Compromiso Vivo entre la Universidad y la Sociedad

El Servicio Social Comunitario en nuestra universidad trasciende el ámbito académico para convertirse en un vínculo transformador entre el conocimiento universitario y las necesidades más urgentes de Chiapas. Su origen se remonta al Proyecto Académico de 1995-1999, liderado por el Maestro Pedro René Bodegas Valera, con el apoyo visionario del Dr. Ángel René Estrada Arévalo, entonces secretario de Extensión Universitaria. Durante esta etapa, se redefinió el servicio social, llevándolo más allá de las aulas para integrarse en las comunidades rurales y productivas del estado. Este modelo fue consolidado en el periodo 2006-2010, cuando Estrada Arévalo asumió el rectorado, transformándolo en un puente efectivo entre la universidad y la sociedad.

 

A lo largo de los años, esta iniciativa ha sido un pilar fundamental para el desarrollo de proyectos comunitarios que buscan impactar de manera tangible en las comunidades. Inspirado por el lema universitario, “Por la conciencia de la necesidad de servir”, el servicio social brinda a las y los estudiantes la oportunidad de aplicar sus conocimientos mientras enfrentan las realidades de las comunidades chiapanecas. Es en este contexto donde la teoría académica se transforma en acción y compromiso.

 

Un claro ejemplo de este espíritu es el testimonio de la Dra. Dora Castillejos, de la Facultad de Humanidades, quien recuerda cómo las maestras Elsa Velasco y Lupita Andrade fueron pioneras en coordinar proyectos de servicio social desde las aulas, marcando un hito en la formación de estudiantes comprometidos con el bienestar social. Este enfoque sentó las bases para que las y los futuros profesionales entendieran la importancia de servir a su entorno.

 

Entre los proyectos emblemáticos se encuentra la enseñanza de inglés a personas con ceguera o baja visión, impulsado por la Facultad de Lenguas desde 2018. Este proyecto, reconocido a nivel nacional, refleja el compromiso de la universidad con la inclusión y la diversidad, demostrando que la educación es una herramienta poderosa para transformar vidas, especialmente en contextos que suelen ser desatendidos.

 

Otro ejemplo destacado es el trabajo de equipos multidisciplinarios liderados por el maestro Antonio Gutiérrez Martínez, de la Facultad de Ciencias Agronómicas. Estos equipos integraban estudiantes de diferentes áreas para intervenir de manera integral en comunidades rurales, ofreciendo soluciones en salud, educación y agricultura. Esta experiencia no solo enriquecía el aprendizaje de las y los estudiantes, sino que también empoderaba a las comunidades mediante soluciones contextualizadas y sostenibles.

 

Durante su época más activa, el Servicio Social Comunitario de nuestra universidad se distinguió a nivel nacional e internacional, permitiendo que generaciones de estudiantes impactaran positivamente en las comunidades y en sus propias vidas al descubrir el poder del compromiso social. Sin embargo, la pandemia puso en pausa esta iniciativa, afectando su continuidad y esencia.

 

Hoy, la universidad se enfrenta al desafío de revitalizar este programa para las nuevas generaciones. Es fundamental que las y los estudiantes comprendan que el servicio social no es simplemente un requisito académico, sino una oportunidad para aprender, contribuir y transformar. Este relanzamiento busca recuperar el impacto que la universidad tuvo en sus mejores años y renovar el espíritu de compromiso que define su misión.

 

Si aspiramos a transformar la sociedad, debemos cultivar la conciencia de la necesidad de servir. La verdadera educación no se limita a lo que aprendemos, sino a lo que hacemos con ese conocimiento para construir una sociedad más justa, equitativa y humana.

 

Texto: María del Carmen Nucamendi Estrada  Imágenes: Archivo Histórico