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Participación del maestro Javier Espinoza Mandujano durante la sesión.

Con su venia, señor gobernador. Con respeto a don Luis Ignacio Avendaño Bermúdez, presidente del Congreso del Estado; maestro Juan Carlos Moreno Guillén, presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura; honorable presídium y estimable concurrencia.

 

Efectivamente, en los últimos tres mil,700 años, es decir, los últimos 37 siglos, la cultura giró en torno a instituciones sólidas que se llamaban academias, escuelas y, finalmente, tomaron el nombre de universidades. Las universidades han sido, en la historia de las ciencias y de la cultura, las instituciones más sólidas para el entendimiento social y para el cultivo de las ciencias y las artes. Han sido centros productivos, efectivamente, con una gran capacidad creativa.

 

Sin embargo, la historia universitaria en todos estos siglos ha sido muy contradictoria. Hay universidades que han padecido una profunda incertidumbre, hay otras que padecen la descontextualización, que es lo más importante de una universidad. La Universidad Autónoma de Chiapas, efectivamente, tiene logros muy importantes, pero recordemos que Chiapas es un archipiélago de pueblos: somos 11 o 12 grandes pueblos que componemos el estado de Chiapas, cada uno de ellos con su propia cultura, su propia música, su propia comida y modo de comer, su propio idioma.

 

Lo importante es que no se ha oído hablar desde hace 500 años que un pueblo indígena discuta sus límites con el otro pueblo indígena vecino. Ellos tienen maneras inteligentes, sensitivas de tratar sus asuntos públicos, a veces eso no sucede en los pueblos mestizos.

 

Hay un filósofo macedónico, no precisamente griego, Aristóteles, al que he recordado hoy por los pronunciamientos diversos que se hacen sobre el carácter social de las universidades. Efectivamente, Aristóteles fue el que dijo que la filosofía no estaba en el cielo, que la filosofía era una ciencia y

un arte que se construía en el terreno donde habitaban los hombres. Para él, las universidades debían ser conocimiento de la tierra y de los hombres que viven en ella y establecer las relaciones necesarias con lo que sucedía en el mundo. Aristóteles fue un ecumenista muy conocido.

 

A nuestra universidad se le está creando ahora un nuevo rostro. La Universidad de Chiapas tendrá un rostro nuevo, y el mismo en Chiapas, con la actividad creativa de Eduardo Ramírez Aguilar, tendrá también un nuevo rostro.

 

Efectivamente, el problema mayor que hereda Ramírez Aguilar es el campo, son las 12 culturas que están asentadas firmemente en nuestro territorio. Lo que la Universidad Autónoma de Chiapas tiene como reto fundamental es convertirse también, en cada caso, en una aliada de cada pueblo, difundir sus lenguas entre los mestizos. Me incluyo entre los mestizos, desconocemos ninguna lengua indígena; en cambio, los indígenas hablan perfectamente bien el español.

 

Los pueblos indios tienen virtudes, tienen una voluntad extraordinaria de sobrevivencia, de resistencia a las circunstancias. Esto debe ser un ejemplo vivo para nuestra universidad.

 

La universidad, nuestra universidad, ha pasado en estos 50 y pico de años de su vida por circunstancias contradictorias. Principalmente, en sus primeros años de vida había sido concebida como una universidad muy distinta a la que tenemos. Está obligada la universidad a responder al reto de ser declarada emérita por este honorable Congreso del Estado, a iniciativa de Eduardo Ramírez Aguilar. Se recibe como una diferencia, se recibe como un alto estímulo para todos los universitarios. Así lo recibimos todos, en todos los campos universitarios hay un gozo extraordinario de que esta sea una benemérita universidad.

 

Pero en el elogio del decreto ley que crea esta nueva denominación, esta nueva propiedad de la universidad, este nuevo patrimonio de la universidad, hay también implícitamente un llamado respetuoso, un llamado llano, simple, poderoso, para que merezcamos efectivamente el nombre de emérita a nuestra casa de estudios. Eso es un trabajo, afortunadamente, que cae en los momentos en que llega a la rectoría de la universidad Osvaldo Chacón Rojas. Es un joven intelectual, un joven intelectual con una extraordinaria sensibilidad creativa, no es hombre de discursos, por eso me mandó a mí.

 

Y es hombre de acción; cuando quiero comunicarme con él, o está en Tapachula o en Playas de Catazajá, no se sabe dónde, acompañado de su secretario académico siempre, don Florentino Pérez, un extraordinario colaborador universitario. Así que recibimos con un profundo gozo este decreto ley que nos degrada como Emérita Universidad de Chiapas. Ahora el reto está en que dentro de un año, año y medio, dos años, vengamos a rendir cuentas de qué es lo que sucedió con este llamado a la cordura, al trabajo, a la inteligencia, a la voluntad y al compromiso social de todas las universidades y la Universidad de Chiapas.

 

Por último, está situada en este momento en un contexto mundial sumamente contradictorio. Sin embargo, la universidad no puede hacerse extraña al contexto del mundo que vivimos hoy de incertidumbre, de contradicciones, de guerra, de amenaza de desaparición de la especie humana. Las cosas han cambiado mucho. La universidad más famosa de Estados Unidos, Harvard, de la noche a la mañana se quedó sin un centavo porque el presidente de esa nación le quitó hasta el más mínimo ingreso que tenía. Son grandes academias burocráticas en las que la gente es muy destacada y trabaja poco, lo que no sucede en otras universidades del mundo.

 

Es una universidad de una clase muy alta, todos los grandes políticos mexicanos del periodo este oscuro de nuestra vida todos pasaron por Harvard. En esta universidad, esta universidad está profundamente unida a la tierra y al hombre que la habita, y con eso tendremos todo el panorama abierto para nuestra acción guiados por la voluntad. Esto es indispensable: las universidades ni los pueblos pueden dar pasos hacia adelante si no hay una voluntad política que genere las cosas que tienen que suceder.

 

Ahora el señor gobernador está hace tiempo creando la posibilidad de que programas se instalen en el campo. Eso es su gran responsabilidad, sí, porque cualquiera de nosotros que hable del campo en Chiapas no tiene, no tenemos ni la información, no sabemos de lo que sucede allí, pero lo que sí es cierto es que ha caído en manos de la delincuencia organizada todo el campo de Chiapas. Ahora se ha cumplido el primer gran paso de crear cierta estabilidad, cierto modo de pensar y de trabajar en paz, porque quizá el bien más importante que genera una universidad sea la paz. No hay otro bien más poderoso en la tierra que eso, es el conjunto de todos los bienes humanos que se reúnen en una sola palabra, y esa es el signo actual de nuestro gobierno y de nuestra universidad. Muchas gracias.